Desde El Espectador publica esta interesante entrevista:
«Colombia es un poco mi patria del corazón»
Lo conoció hace 56 y no lo veía desde 1976. Posee un tesoro literario: 400 cartas y poemas, algunos escritos para ella.
Cecilia Orozco Tascón.- Su nombre es Jacqueline y el apellido de su esposo es Bouvier. Usted tiene nombre similar al de Jackie Kennedy o Jacqueline Bouvier Kennedy. La coincidencia es llamativa. ¿Le preguntan por ella?
Jacqueline Bouvier.- Sí, mucha gente me la menciona, pero no tiene nada de raro porque el apellido Bouvier es muy común en Suiza, sobre todo en Los Alpes, de donde era mi esposo.
C.O.T.- ¿En qué época conoció a Eduardo Carranza?
J.B.- En 1955, cuando era consejero cultural de la Embajada de Colombia en España. Él fue a Barcelona a dictar una conferencia sobre Rubén Darío (poeta nicaragüense 1867-1916). Asistí a la charla y por eso lo conocí.
C.O.T.- ¿Cuánto hace que llegó a Colombia?
J.B.- Llegué hace casi un mes.
C.O.T.- ¿Por qué vino?
J.B.- Por Eduardo, con quien sostuvimos una amistad muy especial. Tenía interés en recorrer sus pasos. Quería conocer personalmente el mundo de Carranza.
C.O.T.- Si usted viaja a Colombia después de 26 años del fallecimiento del poeta, para conocer de primera mano su vida, tuvo que existir un lazo emocional muy especial entre ustedes…
J.B.- Así es. Durante dos años, de 1955 a 1957, nos vimos mucho. Después, dejamos de hablar cuando me casé en 1958. Luego, nos reencontramos en 1971. A partir de ese año nos volvimos a ver y mantuvimos un intenso intercambio de cartas hasta 1976.
C.O.T.- ¿Conserva todas las cartas?
J.B.- Absolutamente todas.
C.O.T.- ¿El intercambio epistolar se limitaba a las cartas o también le mandó poemas de su creación?
J.B.- Me envió muchos poemas que conservo junto con sus cartas y varios recortes que me mandó durante esos cinco años.
C.O.T.- ¿Usted sabía de la importancia literaria para Colombia y Latinoamérica de Carranza?
J.B.- Sí, claro que sí, pero, discúlpeme, para mí el importante era él mismo, más allá de cualquier otra circunstancia.
C.O.T.- ¿Cuántas cartas o poesías de Carranza tiene?
J.B.- No lo sé. Pueden ser entre 300 y 400.
C.O.T.- Y, ¿poemas?
J.B.- Muchos. Casi todos están publicados. Pero tengo un par de poemas inéditos.
C.O.T.- ¿Cuál recuerda especialmente, de aquellos que el maestro Carranza le envió?
J.B.- Es melancolía (ver texto completo en esta entrevista).
C.O.T.- ¿Pensaba en usted cuando lo escribió?
J.B.- Supongo que sí.
C.O.T.- ¿Cómo hizo para encontrar, después de 26 años de desaparecido Carranza, a su único hijo vivo en un país con el que usted nunca había tenido contacto?
J.B.- Ha sido toda una peripecia, tan mágica como si fuera una botella lanzada al mar. Había conocido a un sobrino de Eduardo que lo había ido a ver a España. Le escribí a la dirección de sus padres que aún conservaba. No obtuve respuesta. Luego me comuniqué con el poeta español Juan Luis Panero, quien conoció a Eduardo, pero él no sabía nada de su familia. Entonces se me ocurrió escribir a la casa de Poesía Silva.
C.O.T.- ¿Usted sabía que la hija del maestro Carranza (María Mercedes) había dirigido la Casa Silva durante muchos años?
J.B.- Sí, porque había seguido de lejos las noticias sobre la familia de Eduardo. Sabía también que el único hijo que le sobrevivía era Juan. Por eso escribí a la Casa Silva pidiendo que me dieran datos sobre cómo encontrarlo.
C.O.T.- ¿Alguna vez Carranza le había hablado de Juan o de sus otros hijos María Mercedes y Ramiro (fallecido mientras estaba secuestrado por las Farc)?
J.B.- Eduardo sí me hablaba mucho de sus hijos, pero no conocía a Juan. Sabía que los dos mayores ya no estaban. La Casa Silva era el único contacto que se me ocurría y Juan era la persona más cercana a Eduardo que podía ayudarme.
C.O.T.- ¿Cuánto tiempo después de enviado su mensaje a la Casa Silva le respondieron?
J.B.- Escribí a finales de julio de 2010 y Juan me llamó el 13 de agosto. Sucedió más rápido de lo que esperaba.
C.O.T.- ¿Qué le dijo Juan Carranza?
J.B.- Fue una gran sorpresa. Imagínese: una persona que aparece después de tantos años de haber dejado de tener contacto con Eduardo, y encuentra a alguien relacionado directamente con él, era algo impensable, absurdo. Sentí una gran emoción.
C.O.T.- ¿Por qué decidió encontrar al hijo de Carranza el año pasado y no antes?
J.B.- Bueno, mi marido murió en 2009 y después de pasado un tiempo de su muerte decidí que quería conocer los sitios en donde había vivido Eduardo…
C.O.T.- ¿Cómo se concretó su viaje a Colombia?
J.B.- Le dije a Juan que mi intención era venir. Empezamos a tener una comunicación fluida por correos electrónicos. Fuimos organizando el viaje y aquí estoy.
C.O.T.- ¿Cuáles sitios y caminos de Carranza ha recorrido?
J.B.- Juan me llevó primero a Cáqueza y a Chipaque, sitios donde Eduardo vivió durante su infancia y donde se inspiró para escribir su primer poema. Después estuvimos en Villavicencio y en Apiay, lugar donde nació. Allí no pudimos entrar porque donde estaba su casa es ahora una base militar. Me impresionó mucho una escuela que lleva el nombre de Carranza en las afueras de Villavicencio. Cuando llegamos, los niños cantaron un himno compuesto para Eduardo. Eso fue muy impactante para mí.
C.O.T.- Me imagino que también visitó su tumba.
J.B.- Por supuesto. Fui a Sopó, donde está su tumba (también la de su madre, Mercedes Fernández; la de su esposa Rosita Coronado y la de su hija María Mercedes). Me impresionó mucho. Antes de ir, me sentí muy nerviosa, pero lo curioso es que cuando llegué allá me tranquilicé.
C.O.T.- ¿Cómo le pareció el sitio?
J.B.- Me emocioné mucho cuando lo vi. Tanto, que le pedí el favor a Juan de que me dejara sola por unos momentos.
C.O.T.- ¿Cuáles lugares se le parecen más a Carranza?
J.B.- El barrio de La Candelaria en Bogotá. Fuimos a la Biblioteca Nacional, donde iba todos los días y al restaurante donde solía almorzar. Recorrimos todo el barrio a pie. La Candelaria me impresionó. Me encantaron sus calles. Hoy puedo decir que Colombia es un poco mi patria del corazón.
C.O.T.- ¿No cree que las 400 cartas, los poemas y los recortes que le envió el maestro Carranza deberían volver a Colombia?
J.B.- Tengo en mi poder, en Barcelona, todo lo que me envió y lo conservaré hasta cuando muera. He dispuesto que mi nieta lo herede. Ella sabe que es un material muy importante para mí, pero por el carácter de intimidad que le doy; y sabe también que será su depositaria algún día. ¿Qué hará cuando yo no esté? No lo sé.
C.O.T.- ¿Qué sabe su nieta de Carranza, de su correspondencia con usted y de Colombia?
J.B.- Apenas tiene 19 años y no creo que tenga idea de la trascendencia de Eduardo. Sabe sí que aprecio mucho el material que me envió y que no lo revelaría jamás mientras viva. Tendré que contarle quién es Eduardo Carranza y ella decidirá si dona esa correspondencia o no.
C.O.T.- ¿Su nieta conoce el contenido de su intercambio epistolar con Carranza?
J.B.- No, todavía no. Lo triste es que no habla español.
La historia de Eduardo Carranza
Si Eduardo Carranza viviera, hoy tendría 98 años. Nació en Apiay, Meta, en 1913 y murió en Bogotá en 1985 a la edad de 72. Fue uno de los fundadores del movimiento Piedra y Cielo junto con Jorge Rojas, Arturo Camacho Ramírez, Gerardo Valencia, Carlos Martín, Tomás Vargas Osorio y Darío Samper. Canciones para iniciar una fiesta, Epístola mortal y otras soledades, y Hablar soñando forman parte de su extensa obra. Dirigió varias revistas, el Suplemento de El Tiempo, donde también fue columnista, y lideró las actividades literarias de varias universidades y de la Biblioteca Nacional. En 1942 ingresó a la Academia Colombiana de la Lengua. Fue agregado cultural de Colombia en Chile, donde se hizo amigo de Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Nicanor Parra. Ejerció como consejero de cultura de Colombia en España. Obtuvo el Premio Internacional de Poesía de Venezuela, la Medalla de Honor de Cultura Hispánica y la Gran Cruz de Isabel La Católica. Tuvo tres hijos: Ramiro (muerto cuando se encontraba secuestrado por las Farc); la poeta María Mercedes Carranza, también fallecida trágicamente. Y Juan Carranza, único que le sobrevive. Carranza es uno de los poetas más importantes de Colombia e Hispanoamérica.
La historia de Jacqueline Bouvier
Eduardo Carranza era agregado de la embajada de Colombia en España (entre 1951 y 1958) cuando tenía 42 años. Conoció a Jacqueline Bouvier en Barcelona, en 1955, siendo ella una estudiante muy joven. La diferencia de más de 25 años de edad no pareció afectar la construcción de nexos emocionales. Durante dos o tres años mantuvieron estrecha amistad hasta cuando Jacqueline casó con un suizo. Perdieron contacto pero en 1971 se reencontraron. Fue en esta última etapa cuando se intercambiaron varios centenares de cartas. Jacqueline nació en Barcelona, pero es francesa por la nacionalidad de su padre. Estudió en París y aunque vivió algunos años en Francia, su residencia siempre ha estado en España por un viaje que hizo la familia cuando el abuelo decidió emigrar al país hispánico en 1880 para fundar una industria de productos químicos. Jacqueline vivió con su esposo Michel hasta el momento de su muerte en 2009. Tiene un hijo que se llama Henri, periodista de la AFP (Agence France Press) en París. Jacqueline llegó hace casi un mes a Colombia e hizo lo que se propuso: “recorrer los pasos” del poeta.
Es melancolía
Te llamarás silencio en adelante.
Y el sitio que ocupabas en el aire
se llamará melancolía.
Escribiré en el vino rojo un nombre:
el tu nombre que estuvo junto a mi alma
sonriendo entre violetas.
Ahora miro largamente, absorto,
esta mano que anduvo por tu rostro,
que soñó junto a ti.
Esta mano lejana, de otro mundo
que conoció una rosa y otra rosa,
y el tibio, el lento nácar.
Un día iré a buscarme, iré a buscar
mi fantasma sediento entre los pinos
y la palabra amor.
Te llamarás silencio en adelante.
Lo escribo con la mano que aquel día
iba contigo entre los pinos.
Fuente: El Espectador: http://www.elespectador.com/impreso/cuadernilloa/entrevista-de-cecilia-orozco/articulo-256421-colombia-un-poco-mi-patria-del-cor
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