Desde América Latina en Movimiento publican este artículo:
Una economía creativa?
La palabra crear procede del latín creare y significa dar nacimiento a algo que no existía, o bien engendrar, inventar, fundar y/o establecer. Por lo tanto, es inherente a la creatividad la invención y la capacidad de innovación. A lo largo de la historia, la creatividad ha contribuido al progreso social. ¿Quién no recuerda a Benjamín Franklin, creador de los anteojos bifocales, la armónica de vidrio, el catéter urinario, y el pararrayos, entre muchos otros inventos? Franklin decía, a propósito de la creatividad y la capacidad para innovar de las personas “a medida que disfrutamos del progreso gracias a los inventos de los demás, deberíamos estar agradecidos por la oportunidad de servir a otros con algún invento nuestro; y esto debería hacerse con libertad y generosidad”.1
Otro genial inventor, Thomas Alva Edison, quien registrara unas mil 093 patentes a lo largo de su vida, creó el fonógrafo, la cámara cinematográfica, la bombilla eléctrica, etcétera. A Edison se le atribuye la conocida frase de que “un genio es 1 por ciento de inspiración y 99 por ciento de transpiración”. De manera más reciente, Steve Jobs quien registró 323 patentes, incluyendo diversos dispositivos/gadgets, periféricos, accesorios, métodos de empaque y embalaje, etcétera,2 se cuenta que hacia 2006 comentó: “pienso que si haces algo que resulta ser muy bueno, entonces deberías hacer algo [todavía] más maravilloso, no quedarte con aquello por mucho tiempo. Sólo vislumbra lo que sigue”.3
Sin embargo es un buen momento para señalar que la creatividad es distinta de la innovación: la primera es resultado de la iniciativa individual y es sumamente subjetiva, en tanto la segunda es el resultado del trabajo colectivo, de grupo, y es objetiva. En el mundo real, la creatividad y la innovación van de la mano. Pero, en cualquier caso, los personajes referidos, que curiosamente tienen en común el haber sido ciudadanos estadounidenses –sin que con ello se pretenda inferir que los grandes inventores en la historia de la humanidad son oriundos exclusivamente de la Unión Americana-, son un ejemplo muy concreto de lo que John Howkins considera como la base de la economía creativa.
¿Qué es una economía creativa?
El concepto de economía creativa fue introducido justamente en 2001 por Howkins -periodista y consultor de más de 30 gobiernos en el mundo- es decir, hace tan sólo diez años. Una economía creativa al decir de Howkins en una entrevista concedida a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) “es una (…) en la que las ideas son los principales aportes y los principales resultados. [Dice] también [que] es una economía en la que la gente dedica la mayor parte de su tiempo a generar ideas. Es una economía o sociedad en la que la gente se preocupa y reflexiona sobre su capacidad de generar ideas, en la que no se limita a ir a la oficina de 9 a 5 para hacer un trabajo rutinario y repetitivo, como se lleva haciendo desde hace años, ya sea en el campo o en las fábricas. Es una economía en la que la gente, allá donde se encuentre, hablando con los amigos, tomando una copa, al despertarse a las cuatro de la mañana, piensa que puede tener una idea que funcione de verdad, y no sólo una idea por el mero placer esotérico, antes bien, el motor de su carrera, condición e identidad. [Así] por “economía creativa” se entienden las operaciones que generan los productos creativos (resultantes). Cada operación puede comportar dos valores complementarios: el valor de la propiedad intelectual intangible y el valor de la plataforma física (de haberla). En algunos sectores, como el de los programas informáticos digitales, es mayor el valor de la propiedad intelectual. En otros, como las artes, el valor unitario del objeto físico es más elevado”.
Para leer y saber más de este interesante artículo, pueden ve rlo en el enlace de América Latina en Movimiento: http://www.alainet.org/active/52124&lang=es
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