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La valorización: una contribución que no debe existir
El impuesto a la propiedad, o impuesto predial es un poderoso mecanismo de fácil recaudo que suelen utilizar los gobiernos locales para financiar su infraestructura y servicios básicos de una manera sostenible y equitativa. El predial en Colombia se cobra con base en el avalúo catastral de cada predio. Históricamente, sin embargo, dicho avalúo era muy inferior a su valor comercial.
Con el fin de corregir esto, en los últimos años Bogotá ha adelantado un importante proceso para actualizar y mantener actualizado su catastro. La descentralización de catastro en Bogotá ha permitido tener unas bases de datos más actualizadas que las que se manejan en otras zonas del país. En la práctica, actualmente, Bogotá es la única ciudad que anualmente actualiza su censo inmobiliario. La actualización incorpora al avalúo catastral cambios y mejoras en el predio, variaciones en el uso así como los proyectos de infraestructura que lo afecten. Es decir, un catastro actualizado incluye la “valorización” que sufra el predio por mejoras propias y ajenas.
Tradicionalmente el avalúo catastral no sólo no estaba actualizado, sino que estaba tremendamente desfasado. El rezago en el avalúo catastral obligaba a cobrar una contribución (que no impuesto dicen los abogados) paralela por valorización del predio debido a obras que beneficiarían el entorno. Así se construyó en Bogotá, por ejemplo, la Autopista Norte o la Avenida Caracas.
En 2005, siguiendo la “tradición” el Concejo de Bogotá aprobó el Acuerdo 180 de 2005 en cuatro fases. La primera se cobraría en 2007, la segunda en 2009, la tercera en 2012 y la última en 2015. El monto de este acuerdo era de poco más de 2 billones de pesos. A esto habría que sumar los casi 400.000 millones de pesos del Acuerdo 451 de 2010 por medio del cual se financiaría el primer anillo vial del Plan de Ordenamiento Zonal del norte. Las fechas del Acuerdo 180, por supuesto, nunca se respetaron. Y aunque es cierto que ni el bogotano más pesimista podría haber adivinado el saqueó que sufriría Bogotá en los últimos años, la realidad es que la Fase I nunca se terminó. Algunas obras ni siquiera se iniciaron.
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