Desde Las 2 Orillas publican este artículo:
China y Colombia: la distancia es cada día más grande
Si alguna duda quedaba la despejó el presidente Juan Manuel Santos cuando visitó China en mayo de 2012: Colombia mantiene un estado de delirio que la hace trasuntar entre la fascinación y la pesadilla. Fue un viaje delirante, porque las declaraciones presidenciales reflejaron una sustracción total de la realidad; el presidente parecía enajenado. Habló de una cercanía de hermanamiento con China, que nos ponía al borde de un Tratado de Libre Comercio, estábamos listos para un intercambio económico bilateral sin límites. Pocos meses después, no había TLC y el comercio libre con China era un fantasma que asustaba a textileros y artesanos de sombreros vueltiaos; el gobierno Santos actuó imponiendo barreras proteccionistas para “liberarnos” del efecto chino. El presidente vivía la resaca de su alucinación.
Ese viaje me sirvió de excusa para intentar una teoría del inexcusable fracaso colombiano para profundizar las relaciones con China y responda por qué después de haber tenido como representantes de Colombia a ejecutivos como Guillermo Ricardo Vélez, intelectuales como Luis Villar Borda, magnates como Julio Mario Santodomingo, empresarios como Pablo Echavarría y devotos como José María Gómez, la situación no mejora. Es cierto que aparte de estos señores Embajadores hubo muchos pelmazos que caminaron durante años, aburridos, los desolados pasillos de la casa de la calle Guang Hua en Beijing y que con mediocridad borraron lo alcanzado por los otros. Pero ni eso explica la asimetría entre las expectativas y la realidad entre China y Colombia. El esfuerzo debe superar la pobreza de los funcionarios y políticos colombianos y todos los presidentes, sin excepción, que cuando llegan a China dicen “qué bueno sería si cada chino se tomara una tacita de café”.
Ahora creo que están claros los elementos de una teoría que, advierto, no plantea ninguna solución. Es una visión cruda, flagelante y pesimista que dice que en nuestra relación con la segunda economía del mundo y nuestro segundo factor de déficit comercial estamos determinados a tener un desarrollo que va de lo precario a lo desastroso. Pasamos por alto todos los hitos del cambio de rumbo de China en los últimos 30 años, persistimos en fatales errores históricos e hicimos muy tarde y mediocremente lo que teníamos que hacer para explotar nuestra cacareada posición privilegiada de ser un el único país de Suramérica con costas en el Caribe y en el Pacifico. Ahí, clavados en nuestra exclusiva esquina norte, vemos pasar las oportunidades y presenciamos la opulencia con que todos los demás países del subcontinente estrechan sus lazos comerciales con China.
El mundo es ancho y ajeno.
América era una inmensa isla histórica hasta 1492. Los procesos culturales, los desarrollos científicos y tecnológicos que eran comunes para la humanidad en el resto del mundo, no hacían parte de nuestra vida cotidiana. “Allá” se fundía hierro, se usaban alfabetos y sistemas decimales de numeración y el transporte se hacia con carruajes de ruedas unidas por ejes. Nada de eso se había popularizado en la vida de los indoamericanos hasta que llegó Cristóbal Colón y empezó la conquista y luego la colonización.
Esta disociación científica y cultural puede tener que ver con que América no tenía continuidad geográfica viable con el resto de los continentes. Digo que viable, porque el paso por Bering es hoy mismo una utopía y en el pasado remoto, una mera hipótesis que algunos discuten con vehemencia en favor de la teoría de la autonomía del hombre americano, pero que nadie ha probado que por ahí haya habido una migración masiva, probablemente porque nadie en sus cabales iba a atravesar el estrecho de Bering que obligaba primero pasar por una Siberia inmensa, hostil, gélida y desolada sólo para encontrar el Ártico. El Ártico y Siberia eran hace miles de años, como hoy, obstáculos naturales para migraciones cuantiosas.
Lo que es un hecho cierto es la total falta de evidencia especifica, abundante y confiable de una continuidad precolombina de tránsito humano masivo y constante entre América y Asia. Hay un casco de barco encontrado en California que se parece a los barcos de vela chinos; un par de palabras quechuas que se pronuncian igual en chino para designar las mismas cosas; una cosa acá y otra allá, todas accidentales, pero nada consistente.
Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de Las 2 Orillas: http://www.las2orillas.co/china-colombia-la-distancia-entre-los-dos-es-cada-dia-mas-grande/?utm_source=Las2Orillas&utm_campaign=14cd220fd3-_25_11_14_Mailing_Las2Orillas&utm_medium=email&utm_term=0_c8e983cea9-14cd220fd3-96001461
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