Desde El Tiempo de Colombia publican el siguiente artículo:
Editorial: Las urgencias, en urgencias
La forma como se atiende a la gente en el sistema de salud es tan caótica y despersonalizada que cuesta encontrar un directo responsable de la muerte, la semana pasada, de un paciente en el servicio de urgencias del Hospital Universitario San Ignacio, en Bogotá.
Según se sabe hasta ahora, luego de ser evaluado y clasificado, el hombre, de 63 años, falleció de súbito varias horas después, mientras esperaba ser atendido, finalmente, por personal médico.
Al común de la gente le cuesta entender que en una sala de urgencias las personas tengan que pasar jornadas enteras, cuando se supone que sus problemas de salud requieren atención inmediata. Aquí está el primer problema: si en algo coinciden las instituciones prestadoras de salud es en que, en un altísimo porcentaje, los casos que ingresan a estos servicios, aunque son de cuidado, no revisten el carácter de urgencia. Por ello, hospitales como el San Ignacio registran niveles de ocupación promedio del 200 por ciento; en ese estado de cosas, lo verdaderamente urgente y vital se diluye entre lo menos grave, y que pudiera ser atendido por otros canales del sistema.
Y esa es la principal dificultad: cuando un usuario se siente enfermo, no encuentra solución por la vía ambulatoria, es decir, no logra que su EPS le proporcione una consulta a tiempo, con un médico general que tenga la capacidad resolutiva suficiente; hoy, estos profesionales tienen restricciones de toda índole para ordenar exámenes y formular medicamentos. Suele ocurrir que acaben remitiendo un caso en teoría sencillo al especialista, cuyas citas, cuando se otorgan, siempre están a meses.
Los usuarios, que no tienen la capacidad para determinar cuán grave es su caso, no esperan y recurren a la puerta que legalmente siempre ha de estar abierta: la de urgencias.
Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de El Tiempo: http://www.eltiempo.com/opinion/editorial/las-urgencias-en-urgencias-editorial-el-tiempo-1-de-octubre-de-2015/16391602
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