Desde El Colombiano publican la siguiente entrevista:
Escribir, la gran aventura de Pilar Quintana
Para Pilar Quintana, la vida es una aventura. También habla así de la escritura: la compara con la faena del pescador que se enfrenta a un gran pez o a un tiburón. “La escritura es una labor ardua y solitaria”, dice.
Sé que lo primero que escribió en la vida fue un poema. ¿De qué? ¿Aún lo tiene?
“Es de un payaso con una sonrisa pintada en la cara, pero que está triste. Es un poema malo, pero habla de las imposturas, tema que sigo tratando”.
¿Sigue escribiendo poesía? Le pregunto, porque en su bibliografía no aparece ningún poemario.
“¡Qué pregunta tan horrible! A nadie le he contado esto; ni a mi esposo. Sí, cometo algunos poemas, pero no para mostrar. Los tengo en una libretica y están muy escondidos”.
Usted ha sido viajera. Ha estado en países de Europa y Asia. ¿Qué le ha aportado esto a su trabajo creativo?
“Sí lo he sido, pero no he escrito mucho sobre otros países. Lo que me ha aportado es la posibilidad de ver a Colombia con cierta distancia. También a ver con distancia el lenguaje. Sé qué parte de este es colombiano y qué otra, del español en general. Por haber crecido en Colombia, naturalizamos algunos aspectos, como la violencia. Les he contado historias a unas personas y cuando me abren los ojos, yo también abro los ojos”.
La aventura es parte de su vida. Ha vivido en la selva del Pacífico, en condiciones duras. ¿Busca acaso alejarse de lo seguro?
“Sí, a pesar de ser casera, me atrae la aventura. La búsqueda de cosas nuevas. Mi esposo es lo contrario. Cuando salimos de viaje, vamos a Providencia y nado muy lejos, le doy la vuelta a Cayo Cangrejo, donde el mar es muy bravo. Viví nueve años en la selva, y mantenía en mi casa como en una oficina, escribiendo y leyendo. Por las tardes iba a sembrar matas y árboles, porque la selva estaba deforestada en los bordes”.
En la selva parió La perra. ¿Cómo fue la creación de esta novela?
Como a los tres meses o no sé cuántos días, porque allá no tenía reloj y no sabía si era lunes, encontré una perra en la mitad de la selva. Ella salió corriendo para un lado y yo, para el lado contrario; nos asustamos. A los días volví a verla. Estaba tirada en el suelo y se movía como convulsionando. Estaba muerta. Eran los gusanos que la movían. Esa fue una imagen impresionante. A los dos días vi que no había quedado de ella más que huesos y pelo. Me dije: ‘tengo que escribir esto’. Creí que haría una historia de literatura negra: allí se podía cometer el crimen perfecto, si en dos días ya no quedaba nada de un cuerpo. Me demoré para darle la vuelta. Tuve que salir de allí y venirme a Bogotá para entender que no sería novela negra, sino que hablaría de una perra”.
Para leer completa esta entrevista, pueden ir al enlace de El Colombiano: http://www.elcolombiano.com/cultura/literatura/escribir-la-gran-aventura-de-pilar-quintana-CL7915217
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