Desde La Silla Vacía publican el siguiente artículo:
“Creer que nuestro proceso independentista fue fallido es culpa de los historiadores también”
Hablamos con María Teresa Calderón, directora del Centro de Estudios en Historia de la Universidad Externado sobre las implicaciones en el presente de la forma como se llevó a cabo el proceso independista y, más aún, de la forma como lo leyó durante muchos años la historiografía.
Calderón es coautora y coordinadora del libro llamado “Política y Constitución en Tiempos de las Independencias” en el que a partir de catorce trabajos de historiadores nacionales y extranjeros se ofrecen herramientas para pensar las dificultades de gobernabilidad que ha afrontado el mundo hispánico durante su historia republicana.
En el libro se critica el estudio que se ha hecho de nuestra Independencia, porque tenemos la lectura de que fue un fracaso. ¿Fue así?
María Teresa Calderón: Las revoluciones de independencia se interpretaron tradicionalmente en la estela de las dos grandes revoluciones que marcaron el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX.
En la medida en que los historiadores observaban que ellas no habían modificado las estructuras sociales y económicas de la Colonia fueron vistas como la expresión fallida de sus antecesoras, la revolución francesa y la revolución norteamericana.
Esta tesis, por largo tiempo defendida por la historiografía sirvió, incluso para explicar el subdesarrollo, la inequidad e incluso la violencia.
En su vertiente progresista, ella dio paso a la idea que las élites que habían protagonizado las revoluciones habían alienado el sentido de la revolución acabando con las expectativas reformistas de los sectores populares.
Hoy sabemos que ese relato es ciencia ficción.
Pero a pesar de que en los últimos 25 años los historiadores han revaluado ese paradigma, esa sigue siendo con frecuencia la versión de la Historia que le cuentan a los niños en los colegios.
LSA: ¿Cómo nos afecta hoy no haber entendido bien de qué se trató la Independencia?
M.T.C.: Esta incomprensión compromete nuestra mirada sobre las repúblicas que surgieron de esas revoluciones.
La tesis del libro es que las primeras constituciones en el mundo hispánico le cerraron el paso al Estado liberal. Más allá del texto, no contemplaron instituciones que hicieran posible el estado administrativo y el imperio de la ley y, por el contrario, al haber dejado vigente parte del régimen colonial, crearon condiciones que dificultaron la gobernabilidad de estas repúblicas y las condenaron a una gran inestabilidad.
Hemos construido un montón de hipótesis para explicar el presunto fracaso del estado-nacional: que somos un pueblo renuente a la ley, que tenemos una propensión cultural al desorden. Me parece que estas “explicaciones” no tienen ningún fundamento y obedecen a preguntas equivocadas.
LSA: ¿Y cuál es su explicación de por qué no pudimos crear un Estado moderno?
M.T.C.: El estado administrativo moderno es el resultado de un proceso histórico complejo que demandó un conjunto de factores: un actor social -la burguesía- ligado al desarrollo del capitalismo, un proceso de secularización que permitió que el ejercicio del poder se afirmara en la voluntad, entre otros.
Las revoluciones hispánicas no conocieron nada de eso. Fueron revoluciones corporativas y católicas en las que el ejercicio del poder se mantuvo apegado a una comprensión tradicional de la justicia.
El punto es que esa noción “natural” de justicia fue clave porque aunque las revoluciones implicaron una incorporación muy importante de actores nuevos a la política, el ejercicio del poder y la competencia política se hicieron recurriendo a mecanismos jurídicos que venían de la Colonia.
Esto no fue un error o una desviacion. Al contrario, las constituciones que se expidieron en todo el mundo hispánico mantuvieron vigente el viejo derecho y al hacerlo lo integraron a los ordenamientos constitucionales republicanos.
De esa manera, lo que sucedió fue que todos esos actores que entraron en el juego de la política a partir de 1810 hicieron uso de esos dispositivos institucionales de manera que las revoluciones produjeron una suerte de hiperinflación jurídica.
Creo que apenas empezamos a entender este constitucionalismo hispánico que fue muy diferente del francés y del norteamericano.
Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de La Silla Vacía: http://lasillavacia.com/silla-academica/universidad-externado-de-colombia/creer-que-nuestro-proceso-independentista-fue
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