EGIPTO: DE ERMITA A PARROQUIA, DE ARRABAL A BARRIO
Por: Juan Carlos Quenguan Acosta, administrador Sitio Bagatela.
SÉPTIMA PARTE: EL PÁRROCO DE ACCIÓN SOCIAL Y LOS CAMBIOS.
En 1977, el arzobispo de Bogotá cardenal Aníbal Muñoz nombró al presbítero Fernando Rueda Williamson como párroco, quien pensó en dar mayor importancia en las acciones sociales y comunitarias con el Barrio Egipto, dejando las investigaciones y encuestas que realizaban jóvenes universitarios de La Salle y de Los Andes, acerca de la precaria situación que vivían numerosas familias que vivían en pequeñas piezas de las casas antiguas, en forma de inquilinato. Dichas investigaciones fueron compiladas en diferentes tesis de grado sobre los aspectos: económicos, sociales, alimenticios, de salud, entre otros.
Mientras eso sucedía, la comunidad estaba cansada del deficiente desempeño que ejercían los dignatarios de la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto y de las frecuentes discordias que se daban entre ellos, dejando un vacío en el liderazgo comunitario; es por ello que los habitantes del sector del Egipto Alto decidieron separar del Egipto Bajo y conformar un barrio independiente con nueva Junta de Acción Comunal; buscando recursos y realizar acciones para mejorar en los servicios públicos, infraestructura vial y edificaciones de interés social como hospital, escuela y salón comunal.
Los jóvenes de ese tiempo, al sentirse más pobres y sin oportunidades laborales ni educativas, cogieron un rumbo más fácil, no sólo para subsistir, sino para vulnerar los derechos de los demás: las pandillas. Con la influencia histórica de “Los Cafuches” y la llegada del negocio de las drogas alucinógenas, como: cocaína, marihuana, bazuco; decidieron crear sus propios negocios del microtráfico de manera clandestina, además de demarcar las fronteras invisibles de su propio territorio y vigilar sobre el tránsito de las personas por el sector. Si alguna persona desconocida o algún vecino generaban malestar a los líderes de las pandillas, esos grupos se encargaban de atracarlos o matarlos. Así comenzaron “Los Gasolineros” y los “Gallinazos”.
A comienzos de la década de 1980, el padre Rueda decidió dar el uso de la tienda IDEMA como un lugar del taller de reciclaje, donde invitaba a los vecinos del barrio en ser partícipes de ello, en especial de aquellos jóvenes que no estaban de acuerdo en pertenecer a aquellas pandillas.
A pesar de todo ello, las Fiestas de Reyes Magos continuaban bajo la colaboración conjunta de la parroquia con las sociedades mutuales, como fueron: el Cinto, la Mixta, la Guadalupana y la de Hermógenes Maza; quienes mantenían el mismo espíritu que dejó el padre Jiménez en las celebraciones festivas y religiosas.
Las celebraciones de las Fiestas de Reyes en los diferentes barrios de Bogotá eran similares a las realizadas en el Barrio Egipto, sin embargo, en la década de 1970, la Casa de España decidió realizar las Caravanas de Reyes Magos, con tal de hacer similar en las celebraciones de Madrid, España, para llegar los Reyes Magos a los diferentes hospitales infantiles y entregar regalos a los niños que estaban enfermos y hospitalizados. Pronto la iniciativa fue cogida por el párroco Fernando Rueda, quien decidió a partir del Año Internacional del Niño en 1979, modificar el recorrido de la Caravana de Reyes Magos y la Sagrada Familia al recién inaugurado Instituto Franklin Delano Roosevelt, para entregar regalos a los niños más enfermos, de ahí surgió la amistad y alianza entre la parroquia y el hospital en la década de 1980.
Durante el gobierno de Turbay Ayala, el Egipto Alto recibió ayuda y apoyo de dicho gobierno para realizar mejoras en la malla vial, en la construcción de viviendas de interés social y los servicios públicos. Los vecinos del sector, en agradecimiento con el gobierno de Turbay Ayala, dieron el nombre de su barrio como barrio Julio César Turbay Ayala, pero religiosamente seguían vinculados con la Parroquia de Egipto.
Mientras eso sucedía, el IDU revivía con la construcción de la Avenida de Los Cerros, dando conceptos legales que justificaban el proyecto de la avenida de 4 carriles, pasando por la periferia oriental de Bogotá. La comunidad tuvo poco conocimiento de esas gestiones de bajo perfil que realizó el distrito con el Concejo de Bogotá y a partir de 1982 se enteraron tardíamente de la aprobación del proyecto. Con ello, en 1984 los primeros movimientos de ejecución era la aparición de los buldóceres, traídos por el contratista ejecutor para la destrucción de las antiguas edificaciones de la Carrera 3 Este y de la Plazoleta de Egipto; dejando anonadados y molestos a los vecinos del sector, quienes desesperadamente buscaron ayuda de abogados, ingenieros y arquitectos para impedir el proyecto. Un colectivo de estudiosos del Departamento de Arquitectura del Museo de Arte Moderno y universitarios de Los Andes aceptaron el clamor de los líderes comunales, estudiaron el caso y tomaron la vocería a nombre de la comunidad con el nombre de “Taller de Ciudad”; presentando oficios a la entonces Corporación La Candelaria y al IDU, para que replantearan el proyecto de la avenida y escucharan a los indignantes vecinos del barrio.

Construcción de la denominada Avenida de los Cerros, hoy Avenida Circunvalar en 1984. Foto por Revista Semana.
Con los pliegos presentados por el colectivo, las entidades distritales dialogaron frecuentemente con los líderes comunales, en especial con los dignatarios de la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto y representantes de la Parroquia de Egipto, para llegar a primeros acuerdos en que la Avenida de Los Cerros fuera de dos carriles, que el Distrito Capital revitalizara la imagen adoquinada de la Plazoleta de Egipto con apoyo de Taller de Ciudad y el traslado de la tradicional plaza de mercado a una construcción más cómoda.
Ante la incomodidad que presentó la Sociedad Mutuaria Hermógenes Maza en representación de los vendedores de la plaza de mercado, por los primeros acuerdos del distrito con la comunidad, la Junta de Acción Comunal del Barrio Egipto creó el periódico comunal, denominado “Diario de la Plaza de Egipto” en 1985 con escasos recursos que tenía, cuyo objetivo principal era la oposición ante la administración distrital y el párroco Fernando Rueda, a quien lo denominaron por el distrito como el único representante de la comunidad del Barrio Egipto, dejando por fuera a los dignatarios comunales.

Fragmento del N°12 del Diario de la Plaza Egipto en octubre de 1985. Foto sacado del ejemplar en la Hemeroteca de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Por su lado, las pandillas se fortalecían de las acciones del narcotráfico y del narcoterrorismo que dejaba el Cartel de Medellín; realizando actos de robo y asesinato a varios bogotanos, colombianos y visitantes extranjeros que querían transitar por el barrio. En definitiva, el Barrio Egipto era considerado en la década de 1980 como un barrio popular, religioso, pobre, inseguro, poco saludable, marginado de los gobiernos nacionales y distritales que estaban en sus mentes en la lucha contra el narcotráfico, en recibir al Sumo Pontífice Juan Pablo II y en negociar con los grupos guerrilleros. Además, las únicas ayudas lo daban a las víctimas de los desastres naturales como el terremoto de Popayán o el sepulto completo de lava al pueblo de Armero.
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