Desde Razón Pública redactan el siguiente artículo:
Los cien años del primer rey vallenato
Este mes celebramos los cien años del nacimiento del “Negro Grande de Colombia”, el inolvidable Gilberto Alejandro Durán Díaz. Es inevitable recordar “Altos del Rosario”, una de sus canciones emblemáticas: “Lloraban las mujeres, ya se fue el pobre negro, dime cuando vuelves, dinos cuando vuelves y nos darás consuelo”.
No se trata de una efeméride cualquiera, es la justa celebración por el nacimiento de un hombre grande entre los grandes a quien el altísimo alojó en el vientre de su madre, la cantadora Juana Francisca Díaz Villarreal, con la misión de alegrar el corazón de sus conciudadanos y predicar con el ejemplo como músico esmerado y como caballero de los talones a la mollera.
Los biógrafos del Rey negro del acordeón coinciden en afirmar que su gloria comenzó el 30 de abril de 1968 cuando fue ungido como Primer Rey del Festival Vallenato contra todos los pronósticos, que aseguraban que Emiliano Zuleta Baquero sería el ganador.
Pero no dudamos de que se hizo inmortal la noche de la final del Festival Rey de Reyes Vallenatos en abril de 1987, cuando ejecutaba la puya “Mi pedazo de acordeón” y suspendió abruptamente su presentación para hacer pública una falla imperceptible para el público y el jurado.
Entonces pronunció con toda honestidad unas palabras que sus compatriotas nunca habremos de olvidar: “Pueblo, me acabo de descalificar yo mismo”. Fue aquella una lección para este país en el que nadie admite sus errores.
En buena hora, con la aprobación de la Ley 1860 de 2017 el Congreso de La República dispuso que la Nación se asocia y rinde homenaje a la vida y obra de ese juglar inolvidable en el centenario de haberse enterrado su ombligo.
El homenaje que le brinda su patria es un reconocimiento a su vida y a su obra construida ladrillo a ladrillo en la fatiga de los potreros y que tuvo sus cimientos en los cantos de vaquería mientras corría detrás de los animales ajenos que cuidaba en la finca donde su papá trabajaba como jornalero.
Pero hubiera sido mucho mejor que él hubiera recibido esos honores antes de que concluyera su vida en noviembre de 1989. Merecía entonces tanto como ahora un reconocimiento por su aporte a la difusión de la cultura tradicional de su región, a la tradición oral y musical de nuestros pueblos y muy especialmente por su ejemplo como hombre de trabajo que encontró en el arrugado instrumento el alivio a los tormentos padecidos como ayudante, ordeñador y aserrador.
Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de Razón Pública: https://www.razonpublica.com/index.php/cultura/11763-los-cien-años-del-primer-rey-vallenato.html