Desde El Tiempo de Colombia publican el siguiente artículo:
¿Qué se ha avanzado en materia de lectura?
En 1990, el país estaba ad portas de la séptima papeleta y de una nueva constitución política que garantizaría muchos derechos. Alberto Umaña Carrizosa, líder del sector gráfico colombiano, acababa de asistir a un congreso internacional en Brasil. Allí se enteró de una fórmula utilizada por el sector editorial para financiar proyectos de promoción de lectura y le pareció que debería adoptarse en nuestro país.
Con esta idea en mente, le propuso a la Cámara Colombiana del Libro la creación de una entidad que trabajara por garantizar que los libros llegaran a más ciudadanos, con un esquema de financiación en el que los papeleros, los impresores y los editores aportaran un porcentaje de la facturación del papel que se usara para imprimir libros. Jorge Valencia Jaramillo, entonces presidente honorario de la Cámara del Libro, acogió la propuesta y junto con Andigraf, Smurfit Cartón de Colombia y Productora de Papeles Propal (hoy Carvajal Pulpa y Papel) dieron vida en 1990 a la Fundación para el Fomento de la Lectura, Fundalectura.
Con Silvia Castrillón como directora, los primeros años de vida de la fundación coincidieron con ‘Es rico leer’, el primer plan gubernamental de dotación de bibliotecas en el país en casi seis décadas, después de la Biblioteca Aldeana de los años 30. Ahora, a comienzos de los años 90, la iniciativa era de la primera dama, Ana Milena Muñoz de Gaviria, quien, junto con las esposas de los ministros, gestionó los recursos públicos y privados para hacerla realidad.
Fundalectura se encargó de la selección, compra, alistamiento y envío de las colecciones a municipios de todo el país. En esa tarea contó con el apoyo de los soldados bachilleres que prestaban su servicio en el Batallón Guardia Presidencial.
Además, la fundación diseñó una estrategia de formación y acompañamiento para que los responsables de manejar las colecciones se capacitaran en promoción de lectura.
De manera paralela, la fundación creaba iniciativas para la promoción de lectura en espacios no convencionales, como el Clásico RCN, evento de ciclismo en el que fue posible ubicar bibliotecas itinerantes para el público. Así, se transmitía la idea de que los libros podían estar presentes en cualquier espacio y momento de la vida de los colombianos. A partir de esa experiencia, surgirían iniciativas más robustas de lectura en espacios no convencionales, como los Paraderos Paralibros Paraparques, que hoy podemos ver en 94 parques de Bogotá y que hacen parte de la red de bibliotecas de la ciudad, junto con 12 Bibloestaciones en el sistema TransMilenio.
Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de El Tiempo: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/educacion-en-colombia-que-se-ha-avanzado-en-materia-de-lectura-556740
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