OTAKU, EMPRESARIA, SEIYUU: RECUERDOS LICEÍSTAS
Por: Juan Carlos Quenguan Acosta.
I
Los jóvenes estudiantes de undécimo grado de bachillerato académico de uno de los liceos más reconocidos del Centro de Bogotá, charlaban y compartían sus deseos e ilusiones: algunos les gustaban el género musical rock de la década de los ochentas del siglo veinte, otros de la salsa de los barrios bajos de Nueva York de las décadas de los sesentas y setentas del mismo siglo; otros insistían en su pasión por los equipos de fútbol, sean colombianos, brasileros, argentinos o europeos, y no faltaba los que les gustaba compartir materiales en revistas, afiches o laminitas de la temática de anime japonés.
Susana, una señorita de cabellos rizados de color negro hacia sus hombros; Julieta, otra angelical joven de ojos verdes azulados, tez blanca de piel suave y cabello café claro lizo; y Andrés, un alto trigueño de aspecto flaco, eran de los pocos estudiantes de undécimo grado de bachillerato del Liceo, quienes gustaban la cultura pop japonesa, por ende, no se quedaban con aquellas series de anime que fueron transmitidas por la televisión abierta, sino que, buscaban información de series desconocidas por la red internet, más en especial, cuando cogían los computadores beige de pantallas grises oscuros en el salón de cómputo, sea para visitar páginas web estáticas, cuya aceptable información satisfacía sus conocimientos, o para compartir imágenes de sus personajes favoritos de las series de anime por correo electrónico.
Algunas veces, Andrés mostraba algunas revistas especializadas de anime y manga, publicadas en España, compradas de una pequeña tienda de artículos de anime en un bazar comercial del Centro, en medio de ventas de fotocopiadoras, impresoras y cartuchos de impresión.
—Me gustaría ir a esa tienda, sería un paraíso— comentó Susana, brillando sus ojos azules de ilusión.
Carlos mostraba dos tarjetas de presentación de la tienda a sus amigas de estudio.
—Sé que no podemos reunir después de clases para ir a la tienda, porque si lo hacemos, portando nuestros uniformes, estoy seguro que el asesor de disciplina nos pillaría… — advirtió cauteloso Andrés.
—Sería irnos un sábado por la tarde, ¿ellos atienden los sábados? — preguntó Julieta
—Sí, además, yo estaría por la tarde— respondió Andrés, contemplando con fijeza y cariño el tierno rostro de Julieta.
—Pues… Como tengo que comprar mercado con mi mamá, no podré acompañarlos— disculpó Susana.
—Claro, no te preocupes…— dijo Andrés.
—Pero eso sí, iré el otro sábado para conocer la tienda— manifestó decidida Susana.
Al llegar un sábado por la mañana, Julieta llamó por vía telefónica a Andrés, manifestando en no poder acompañarlo a la tienda de artículos de anime y manga, Andrés decidió ir solo hacia aquel establecimiento por la tarde, para comprar discos compactos grabables de material musical de las bandas sonoras de las series de anime japonés, del género de las chicas mágicas.
II
Pasaban los últimos meses del año lectivo escolar, tiempo donde los jóvenes liceístas se enteraron sobre los resultados obtenidos de los exámenes nacionales finales, donde las señoritas obtuvieron los mejores resultados que los jóvenes varones, pero eso no importó a los tres compañeros, quienes se felicitaron a punta de abrazos y sonrisas, poco entendible para los demás compañeros de clases, quienes mostraban molestia, apatía e inconformidad.
Al día siguiente, después de realizar prácticas deportivas durante la hora de educación física, el grupo de estudiantes de undécimo grado llegó al salón de clases para poner sus sudaderas, mientras charlaban sobre los preparativos para la celebración de la fiesta de grado.
En ese momento, llegaba en bata blanca la directora del curso de baja estatura, quien también era profesora de química, acompañada de dos estudiantes universitarias, llevando carpetas de hojas impresas.
—Muchachos, a raíz de los resultados de los exámenes del estado que hicieron, felicito a los que obtuvieron los altos puntajes, eso les ayudará en los resultados finales en cada una de las asignaturas, en cambio, los que obtuvieron bajos puntajes, ¡Pilas! Porque eso podría causar la pérdida del año y la no graduación. — Comentaba la directora del curso, quien cambió de tema —El motivo de hoy es que nos acompañan dos estudiantes de la universidad, del cual, tiene convenio con el Liceo, para realizar con ustedes un test de habilidades, destrezas y gustos, para saber ¿en cuál carrera universitaria les gustarían estudiar?
Ambas chicas se presentaron, explicaron el objetivo del test y pidieron a los alumnos para que se sentaran en los respectivos pupitres pintados de color grisáceo, para recibir dos hojas cada uno y realizar el test de manera silenciosa, en modo examen.
Para algunos liceístas, responder el test era una pérdida de tiempo, ya que tenían claro sus proyectos de vida; para otros, era una oportunidad de escoger la carrera universitaria que llamaba la atención; otros, como Julieta, Susana y Andrés, querían saber si sus conocimientos, destrezas y aficiones hacia la animación japonesa, puedan servir de algo en las carreras de pregrado que ofrecía la universidad y convertir en oportunidades para sus respectivos proyectos de vida.
Pasada una hora en responder las preguntas del test, cada estudiante entregó a las dos universitarias las hojas escritas a punta de lápiz mirado, todos se sentían satisfechos, ya que era la única de las pruebas que no exigía calificación.
Una semana después, los resultados de dicho test fueron entregados a cada una y a cada uno de los liceístas del último año de bachillerato, en el mismo salón de clases.
Al llegar el tiempo de receso, los tres amigos se sentaron en una de las butacas de color verde pintado, ubicado por debajo de uno de los pasillos del establecimiento escolar, al frente de la cancha de cemento y concreto para jugar microfútbol, baloncesto o vóleibol.
—Me tocó comunicación social— manifestaba Andrés, tras revisar tres veces al resultado del test.
—Lo mío fue administración de empresas— dijo enseguida Julieta.
—Y a mi me tocó artes escénicas— dijo Susana.
Pensativos, los tres se miraban, no sabían qué decir, si estaban conformes con los resultados, u olvidarlos.
—¿Será que los resultados no eran los esperados? — Preguntó Julieta.
—Pues… No sé si en Japón, para ser un dibujante de manga, se requiere estudiar diseño, o se puede hacer de manera empírica… Además, para ser actriz o actor de doblaje de voz, se podía requerir de actuación básica teatral, como lo hacen en México… — Comentaba Andrés.
—¿Será que debemos esforzar en las carreras que nos toca? —Preguntó Susana.
—¿Por? Si no creo que una administradora de empresas pueda tener cabida en el mundo de anime— cuestionó Julieta.
—Si no me equivoco, en una de las revistas que leí, decían que, todo en Japón funciona como empresas rigurosas… — Comentó Andrés.
—Además, ellos tienen sus métodos, como esa de mejoramiento… eeehhh, si no me equivoco lo que nos decía ese profesor cansón pastuso de Álvaro… —manifestó Susana, tratando de recordar.
—¿No es la mejora continua? ¿El Kaisen? — Preguntó Andrés.
—Sí, esa es— dijo alentada Susana.
—¿Saben? Si todo en la vida se trabajara como empresas, para generar ganancias, ¿por qué no se refleja en la economía japonesa? — Inquirió curiosa Julieta.
—Es posible que ellos ganan en mercadeo— afirmó Andrés.
—Seguramente, ellos logran ganar algo por allá, pero ¿qué tiene que ver eso con lo que nos gusta con los resultados del test? — Susana aterrizó en el tema principal de la preocupación.
—Tendrá que ver con nuestros proyectos de vida, además, si lo que estudiamos nos pueda llevar a lo más profundo de nuestras aficiones, estoy seguro que nos podrá beneficiar en algo… Si nuestros compañeros van por las carreras que les tocarán, pero no les gustan, es posible que no lograrán realizar sus propios proyectos— comentó sincero Andrés.
—Hagamos lo siguiente… Escogemos esas carreras que nos salieron del test, y como tenemos los números telefónicos de nuestras casas, más nuestros correos electrónicos, nos comunicaremos sobre nuestros movimientos y compartiendo nuestros gustos— propuso Julieta.
—¿Y qué tal si estudiamos toda la carrera universitaria que nos aconseja y dentro de seis años acordemos nuestra cita de reencuentro? ¿Quién quita que esos esfuerzos que proponemos hacer pueda servirnos para algo? — Propuso ilusionada Susana.
Sonrientes, Julieta y Andrés aceptaron, y acordaron entre los tres como una promesa de amigos, en cumplirla.
III
Pasaron las actividades escolares, los preparativos de los últimos saludos a la bandera durante la semana de la ciencia, de los exámenes finales de cada una de las asignaturas, de las fotos de recordatorio para el liceo, de los ensayos de la ceremonia de graduación en el auditorio de la universidad más cercana; todas cumplidas con cabalidad por parte de la gran mayoría de los estudiantes, quienes venían con las características chaquetas de colores contrastes entre blanco, morado y negro, de la promoción del año dos mil dos.
Dos días antes de la graduación, la directora del curso undécimo anunció los resultados finales a todos los estudiantes de grado. Tras escuchar los resultados, muchos se alegraron, entre ellos, los tres amigos, quienes se abrazaron con calor y felicidad por su gran logro de bachillerato.
Llegaba el día de la ceremonia, los egresados liceístas con sus uniformes puestos, se vistieron las togas y los birretes de azul rey, con listones blancos, enmarcados de dorado hilo, mostrando el escudo del liceo, con las letras y los números en línea vertical: PROM 2002.
La ceremonia era protocolaria, respetuosa, estricta, sencilla, sentimental; cuya programación era cumplida, del cual, entonaron himnos y canciones, leyeron discursos sólo para recordar lo dura que era la vida. Paso siguiente, el rector del liceo y la directora del curso entregaban diplomas, medallas y demás distinciones a los alumnos egresados, todo con tal de cambiar las bolitas y cuerdas de los birretes de izquierda a derecha, sin que nadie supiera el significado de ese detalle.
Susana, Julieta y Andrés sintieron en ese momento, no sólo como la finalización de los estudios complejos y poco entendibles del bachillerato, sino que sería la última vez que se verían como compañeros, como amigos, a pesar del pacto que prometieron días atrás.
Después de la ceremonia llena de fotos, de birretes lanzados hasta tocar el techo del auditorio y cogerlos, para revisar si era su birrete; las familias se acercaron hacia sus parientes graduados, los abrazaron y los besaron, luego de que los jóvenes entregaron las togas y los birretes al sastre que los alquiló.
Los tres amigos no pudieron ver, las familias los llevaron a sus casas.
IV
Mensajes venían por correo electrónico entre amigos, cada semana.
Andrés tenía su año sabático, colaborando con su padre en el negocio del asadero de pollos, Julieta era recibida en una de las universidades cercanas de la Avenida Circunvalar, después de presentar en los exámenes de ingreso, para estudiar la carrera de administración de empresas, Susana anduvo de viaje con sus padres a los Estados Unidos, para buscar la mejor opción de buscar su sueño como actriz.
Pasaba un año, la comunicación por correo electrónico era cada mes.
Susana regresó a Bogotá, después de rechazar la idea de sus padres en residencia en Norteamérica, sin lograr lo que quería, Andrés obtuvo media beca para estudiar derecho internacional y legislación aduanera en una de las recientes universidades de “garaje”, propuesto por su madre, para que no acompañara con su padre en el asadero; Julieta pasó los primeros dos semestres, de los más duros, pero también se los más entendibles.
Pasaron dos años más, los tres obtuvieron sus respectivos celulares, compartían imágenes de sus series de anime favoritos y videos cortos de fragmentos de algunos episodios de dichas series animadas.
Andrés se retiraba de aquella universidad de garaje, porque no tenía cómo pagar en los siguientes semestres, Susana logró capacitar en un taller de locución comercial, después, recibió un curso de actuación teatral, para seguir construyendo el proyecto de vida que tanto anhelaba; Julieta continuó estudiando en la universidad, acumulando seis semestres en administración de empresas.
Al siguiente año, lo único que se daban eran saludos y tarjetas navideñas virtuales, en ese momento, Andrés compartía una página web estática que había creado, mientras estudiaba la carrera tecnológica de producción de multimedia. Julieta no podía acceder, porque tenía varios trabajos universitarios, que no la dejaba tener tiempo libre, sólo podía visitar a aquella página web que creó Andrés, por las constantes noticias acerca de las series de anime y de las series de manga, provenientes de Japón. Susana escribía poco, porque tenía un importante proyecto de una empresa mexicana, pero no daba más detalles, porque era confidencial de la misma empresa, también visitaba la página web informativa que publicaba Andrés.
Había llegado el quinto año de comunicación por vía correo electrónico, Andrés era el único activo, enviando dibujos hechos por aplicaciones y herramientas virtuales para diseño gráfico, con ello, había creado una historieta de colegialas japonesas, más convirtió su página web en un sitio web dinámico, manejando con base de programación PHP, sin embargo, sus amigas no respondían ante sus mensajes.
V
Quince años después de la graduación de bachilleres liceístas de la promoción dos mil dos, Andrés cubría eventos masivos como ferias, festivales y convenciones de cultura pop japonesa, se enteró que Susana logró su objetivo en ser actriz de doblaje de voz latino, vio sus fotos con otras personalidades mexicanas, ahí contempló su belleza más allá de lo que reconocía cuando eran liceístas, tanto fue que la había dado como su amor platónico, por sus cabellos negros rizados que brillaban como el fuego azul, su piel más clara, sus labios pequeños de carácter sonriente y sus profundos ojos azules cielo. Aunque, no había olvidado su atracción por Julieta.
Andrés tenía un peso regular, a veces pasaba de kilos, pero siempre consultaba con el médico general de la entidad promotora de salud cercana de su casa, había acompañado a su madre en comprar mercados en Paloquemado todos los domingos, había ganado confianza y reconocimiento como periodista empírico, ya que, al ser productor de multimedia, podía tomar fotos desde su móvil celular y realizaba entrevistas y reacciones de voz, a través de un pequeño, pero sofisticado MP4, a diferentes personalidades de la cultura pop.
Había recibido invitaciones para realizar cubrimientos como prensa alternativa a uno de los recientes eventos del centro de convenciones de Bogotá, una convención de aficiones y pasatiempos más importante de Colombia y Sudamérica; en ese instante, Andrés se emocionó cuando anunciaron la visita de aquella actriz de doblaje de voz, para ello, preparó un paquete de regalos, en el cual, incluía fotos, lápices, tarjetas de regalo y un disco compacto con formato MP3 de canciones y bandas sonoras de sus series de anime favoritos. Estaba ilusionado de cabeza y deseoso de corazón para volver a ver a Susana, después de que ella y Julieta no contestaron a sus mensajes de correo electrónico y solicitudes de amistad en la red social Facebook.
VI
El día martes, antes del inicio de la feria de ferias, Andrés logró obtener la acreditación como prensa oficial, para cubrir a la convención, después, acomodó los horarios para estar pendiente y realizar el cubrimiento con la cámara de su celular y un pequeño dispositivo MP4 para grabaciones de entrevistas por audio, al igual que, un cuaderno de apuntes que lo regalaron de la alcaldía menor del centro de Bogotá, y un bolígrafo manchado de tinta negra, sin tapa. Todo ello los guardaba en la maleta de color negro, sin adorno.
El día jueves, primer día del evento, se daban anuncios por la gran mayoría de los medios masivos de comunicación, a través de notas publicitarias, cuñas radiales y comerciales de televisión. La convocatoria anunciada era atractiva, tanto que, los asistentes se emocionaron por las charlas, presentaciones, concursos, torneos y conciertos.
Andrés había llegado dos horas después, vistiendo una sudadera de color gris con bordados anaranjados, de forma acolchonada y ancha, ya que le gustaba portar prendas suaves, sin motas, ni ásperas.
Transcurridos los primeros tres días del evento, Andrés tomaba fotos, con precisión y enfoque, tal y como aprendió en producción de multimedia, sacando más de cien fotografías digitales de todos los pabellones del centro de convenciones, registrando la presencia de tiendas, de personas vestidas de trajes cosplay y de las actividades que llamaban la atención.
El cuarto día de la convención, que era un domingo, Andrés contemplaba la masiva cantidad de asistentes entre familias y combos de jóvenes, vistiendo camisetas de los personajes de sus series animadas favoritas, o vistiendo trajes cosplay llamativos para las capturas de cámaras fotográficas y celulares de alta gama.
Ingresando al recinto ferial, buscó en su morral el folleto de papel de diseño oscuro con letras blancas y doradas, donde mostraba las programaciones que se efectuarían, tanto en el auditorio principal, como en el denominado stage del amplio edificio de pabellones. Al ver, se sorprendió que en la presentación y charla del lanzamiento de una de las series de anime por una recién y llamativa plataforma digital legal de series y películas de anime japonés, estaba el nombre de Julieta.
“No puede ser, ¿será la misma Julieta, o una homónima?” Se preguntaba a sí mismo Andrés, sintiendo un frío vacío por todo su cuerpo, después pensó: “Debo ir a esa charla… Aún tengo tiempo”.
Después de pensar, Andrés fue a uno de los pabellones de emprendimiento, para seguir registrando fotos. Pasó cuarenta y cinco minutos, miraba el reloj incorporado en su smartphone, salió del pabellón y a pasos ligeros, para ir hacia el salón de protocolo, acondicionado para charlas de diferentes temáticas de aficiones y pasatiempos.
Al llegar, divisó a no más de veinte asistentes, ya que la charla que lideraba los directivos de la plataforma en Colombia sólo era anunciada por las redes sociales y por el sitio web del evento. Después de sentarse y dejar la maleta por debajo de la silla, Andrés preparaba la cámara de su móvil, para tomar fotos, y su pequeño MP4, para grabar la charla por audio, desde la mitad del salón de protocolo, volteó por lado y lado, para ver el ingreso de pequeños grupos de jóvenes, que portaban camisetas y maletas estampadas de personajes de anime, para llegar el aforo del lugar a cincuenta asistentes, que completaba la mitad de la capacidad del lugar.
Toda charla empezaba tarde, después de quince minutos de espera, llegaban cuatro personajes que llevaban escarapelas como conferencistas. Dos de rasgos japoneses, uno de aspecto caucásico, que era norteamericano y una hermosa colombiana, de rostro piel claro, ojos verdes azulados, claros resplandecientes, cabello rubio anaranjado liso que llegaba hacia la pequeña cintura de su forma silueteada de modelo de revista de reinas nacionales.
“Sí es Julieta…” Pensó ilusionado Andrés, quien, con algo de temblor en su cuerpo, entremezclado de sentimientos controlados dentro de sí, de manera indescriptible, se dispuso en acomodar en la silla negra de la mitad del salón, para no llamar la atención de los demás.
Durante el transcurso de la charla, cada uno de los cuatro expositores explicaba los avances de la plataforma legal en video de las series de anime, anunciando el lanzamiento de la más reciente serie sobre fantasía juvenil en un mundo mágico.
Cada vez que hablaba Julieta, Andrés se sentía más atraído de aquella amiga liceísta: su hablado suave y dulce embriagaba sus oídos y enamoraba su corazón; la postura de conferencista excitaba la mirada del periodista empírico, quien sintió vacíos de estómago cuando la conferencista miraba disimuladamente.
Pero hubo algo que Andrés no se daba cuenta, cuando al ver, ella no identificaba.
Terminada la charla, los más de setenta asistentes que llegaron, se acercaron a donde estaban los conferencistas, para participar en los primeros sorteos para una cuenta premium que ofrecía la plataforma, para las transmisiones simultáneas desde Japón para Latinoamérica. Andrés quería saludar a Julieta y recordar de aquel pacto que hicieron con Susana. Trató de acercar en medio de los otakus interesados, pero ellos se quedaron quietos, esperanzados, hablando por un largo tiempo, tanto que intervino el personal de logística, para sacar a todos los presentes del salón, dejando incómodo y molesto al periodista empírico, quien no podía avisar a voz alta ante la expositora acorralada, quien concedía entrevistas a algunos medios alternativos. El intento era fallido.
Esperó frente a una de las puertas de vidrio, para avisar a su entrañable amiga, pero al ver que la hermosa joven saliera rápido, acompañada de sus amigos de la empresa de la plataforma.
—¡Julieta! ¡Julieta!
Al escuchar, los cuatro acompañantes se voltearon para ver a un angustiante integrante de prensa.
—Buenas tardes, me llamo Andrés y me gustaría hablar con Julieta.
—Pero, no podemos conceder entrevistas— manifestó el norteamericano.
—Es que fui compañero de grado de bachillerato del Liceo— dijo Andrés.
—Pues… Me acuerdo de varios Andrés del Liceo, pero ahorita no podré atenderlo— respondió Julieta, con la mente en blanco.
—Julieta, compartíamos juntos en nuestra afición por los animes, ¿recuerdas? — insistió Andrés.
—Es que tengo hambre, si quiere, puedo atender en el pabellón de empresas invitadas— respondió seca Julieta, momento que dejó triste y estático a un Andrés, del cual, desgarró su corazón.
VII
Era lunes festivo, quinto día del evento, Andrés no leyó ningún mensaje de correo, entre ellos, la invitación por parte de la organización de la convención para presenciar una rueda de prensa con los invitados de cada afición, incluyendo Susana.
El joven periodista empírico llegó de nuevo al lugar del certamen una hora después de realizada la rueda de prensa. Se había enterado, cuando habló con Fernando, el jefe de prensa del certamen, el mismo con quien compartió desde la primera edición de la convención, del cual, ha recibido buen trato con los diferentes invitados nacionales e internacionales. La reacción de Andrés era de pesar y malestar.
—Pero no te preocupes, avisaré para que vayas a la conferencia de Susana en el auditorio por la tarde, ya que últimamente, no se puede precisar el horario de inicio, por la demora de unas actividades— comentaba Fernando.
—Entonces, ¿cuándo podré entrevistar a Susana? — Preguntó Andrés.
—Hagamos lo siguiente: mientras tu vaya a la charla de tu amiga de muchos años, hablaré con el personal de logística en el pabellón donde Susana estará firmando autógrafos, cuando ellos me da el permiso, llamaré a tu celular, para que vayas rápido del auditorio y te esperaré en el pabellón— proponía el jefe de prensa.
—Está bien… — aceptó Andrés, tomando un respiro de tranquilidad —espero que pueda lograr.
A las tres de la tarde, después de almorzar tamal tolimense con jugo de naranja en una cafetería cercana del centro de convenciones, Andrés fue directo al auditorio, para no formar la larga fila de asistentes y seguidores del doblaje de voz latino, presentó su carné de periodista freelancer al personal de logística en la entrada, quienes lo dejaron ingresar al amplio escenario, que tenía quinientas sillas amobladas de capacidad y un área incluyente para prensa, en la zona del amplio pasillo del auditorio. Andrés decidió ir a una de las sillas delanteras para preparar sus dispositivos y realizar la labor de reportero.
Diez minutos después, uno de los organizadores subió a la tarima acondicionada, para sentarse en uno de los dos sofás negros, frente a los ansiosos asistentes y anunciar con micrófono llevado en su mano derecha alzada, el inicio de la charla, llamando el nombre de la actriz de doblaje de voz latino, para que ella apareciera, saliendo de uno de los extremos de fondo de la amplia tarima. Andrés no podría creer en contemplar el aspecto diferente de Susana, quien tenía cabello ondulado largo hacia la cintura, rostro piel claro, labios rojos sin pintar y ojos azules cielo, vestía camiseta blanca estampada del personaje de anime a quien le prestó su actuación de voz, pantalón jean que mostraba parte de la silueta de chica trabajadora.
La charla era amena y entretenida, Susana hablaba acerca de sus gustos, aficiones y de su labor como actriz, del cual, explicaba la manera de haber sido llamada a México y de ahí a Japón. También hablaba sobre el gran logro soñado en ser actriz de doblaje de voz latino para toda Latinoamérica.
Cuando preguntaron sobre la infancia y la adolescencia, ella respondió lo bonito que vivió en sus estudios de primaria y bachillerato, del cual, no mencionó al Liceo.
—¡Susana, recuerdas que fue en el Liceo donde estudiábamos— Andrés alzó la voz, llamando la atención a todos los asistentes.
Sorprendida, la actriz volteó rápidamente sus ojos azules, para contemplar, sin reconocer, al entrañable amigo.
—¡Claro! ¿Cómo se me olvidaba? ¡En el Liceo fue donde estudié todo el bachillerato! — Susana reaccionó.
Pero la emoción era corta para el periodista empírico, porque percibió que Susana no lo reconocía.
El celular vibró, al instante, Andrés apagó los dispositivos, los metió en su maleta y se apartó del lugar, para salir con pasos largos y ligeros, luego llamó a Fernando, después de la llamada, caminó hacia el pabellón, eludiendo de la cantidad de personas que se quedaron quietos y fue a donde el jefe de prensa, quien acordó con el personal de logística.
Tras llegar al pabellón, Andrés buscó el stand de la firma de autógrafos y encontró una puerta de vidrios opacos, donde estaba acondicionado en el vacío stand los muebles y los avisos publicitarios con el logo del evento, plasmados en un falso mural, en forma de cuadro de ajedrez de colores azul y blanco.
Fernando vio a Andrés y al acercar, indicó la manera para realizar la entrevista a Susana durante tres minutos, tiempo suficiente para el periodista empírico.
VIII
Después de terminar la charla, del auditorio salió un buen número de personas, entre otakus, frikis, geeks y cosplayers, quienes fueron directo a la puerta de vidrio del pabellón, para formar una larga fila de espera, donde algunos llevaban afiches y volantes impresos de los personajes de la serie de anime más reciente y popular para ellos, donde, Susana interpretó su voz a la hermosa y poderosa protagonista.
Quince minutos después de la espera, Andrés estaba entre los primeros de la fila, pero Fernando no lo acompañaba, porque atendía a algunas personas del pabellón de al lado. En ese momento, Susana llegaba al lugar, acompañada por chicos scouts, muchachos de logística y corpulentos guardaespaldas de camisetas negras. Se sentía la tensión entre los que formaban la fila, por el cual, Andrés no quiso parpadear, hasta lograr su objetivo.
—Buenas tardes, me llamo Andrés, es que vine como recomendado del jefe de prensa para realizar una entrevista a Susana para el medio alternativo que estoy manejando— dijo al oído de uno de los integrantes de logística.
—¿Eres de prensa alternativa? — Preguntó el joven de logística, para confirmar.
—Sí señor— contestó Andrés, temiendo que lo rechazaran.
—Espera… — el muchacho fue a donde estaba sentada Susana, para avisar.
Los demás compañeros de logística desconfiaban de la presencia del periodista empírico, por lo cual, dieron algunas indicaciones, por su lado, Susana aceptó con gusto.
El joven dejó ingresar a Andrés, quien acercó a la denominada seiyuu, quien estaba con algunos jóvenes que la rodeaban.
—Hola Susana, soy aquel, quien alzó la voz y mencionó sobre el Liceo— saludó Andrés, mirando a los hermosos ojos de la actriz de doblaje de voz.
Los ojos azules de Susana miraban fijamente al rostro de Andrés, lo reconoció y dio su abrazo.
—¿Te acordaste? — Cuestionó sonriente Andrés.
—¡Claro Andrés! Perdóname por no responder a tus mensajes, que son muchos… — Respondió entre pena y alegría Susana, quien cogió con sus brazos al cuello de su más recordado amigo.
—Entonces no nos queda tiempo, necesito que busques a Julieta, quien está en el stand en la empresa de la plataforma… Por ahora, tengo este tiempo para entrevistarte… — Pidió entusiasmado Andrés.
—Por supuesto, cuenta conmigo.
En seguida, ambos se sentaron en las sillas detrás de la mesa para expositores e inició la entrevista, en el cual, Susana contaba breves detalles sobre la carrera actoral en México, Estados Unidos y Japón, donde logró con gran esfuerzo laboral, su anhelado sueño de interpretar a diferentes personajes de las series animadas en español y en japonés.
—Pero hay algo que me conmovió, y es que, además de ser mi compañera de bachillerato del Liceo, era el hecho de recibir clases magistrales de actuación básica teatral y de interpretación de personajes para series y películas, por parte de actores y actrices, como Javier y Mónica en México… — mencionaba Andrés, quien sintió algo de inconformidad por parte de los jóvenes de logística.
—¡Por favor! Termina la entrevista, ya acabó su tiempo— llamó la atención uno de los hombres de camisetas negras.
—Sí… Mónica era una actriz polifacética, lo digo porque me confirmaron hoy por la mañana que falleció de una grave enfermedad, del cual, no pudo recuperar… Sé que el personal quiere sacar a uno de mis pocos amigos… Pero no me importa, porque quiero manifestar que, a pesar de que muchos actores y actrices actuales han querido llegar hasta la cumbre de sus famas, tanto Mónica, como Javier enseñaron sobre la vida, la humildad, en la exigencia y la calidad de actuación e interpretación; demostrando que, más allá de ser una seiyuu, rodeada de otakus desconocidos, es el hecho de tener pocas amistades con quienes compartió todo el bachillerato en el Liceo… Para terminar, de todas las personas a quienes conocí, los únicos quienes aún aprecio durante mucho tiempo, son y seguirán siendo: Julieta y Andrés. A ti, gracias por ser mi amigo y recordarme de una gran maestra como fue Mónica.
Andrés apagó la grabadora MP4, Susana volvió abrazarlo y sonriente, Andrés salió del lugar, dejando en las manos de Susana la tarjeta de presentación como administrador web del medio alternativo.
IX
Mientras Andrés iba a otro de los pabellones, dedicado al cosplay y camisetas estampadas, Susana recibió de uno en uno a los más fervientes de sus seguidores en dos horas, firmando, posando para fotos y saludando con su caracterización del personaje de anime ante los móviles iphone y smartphone.
Terminada la sesión de autógrafos, la actriz de doblaje de voz latino habló con el personal de logística.
—Sé que estoy cansada, pero necesito que me dejen por un momento, ya que debo ir a un stand específico, para hablar con alguien de la plataforma de series y películas de anime— pidió Susana.
—Si vas a uno de los pabellones, nos toca acompañarla como logística y seguridad— advirtió uno de los chicos scouts.
—Lo sé muchachos, pero es un asunto personal que quiero hacer, después, podré compartir algo con todos, en especial, con dos importantes amigos…— manifestó Susana, quien preguntó — ¿Qué horas son?
—Son las seis de la tarde— contestó uno de los jóvenes de logística.
—Hagamos lo siguiente: préstame una de las chaquetas con gorro, que yo lo devolveré cuando regrese acá con mis amigos, no me demoro— propuso Susana.
Todos los que rodeaban a la hermosa actriz aceptaron la idea, uno de los jóvenes prestó una ancha chaqueta de color azul oscuro que portaba, Susana lo puso por encima de su ropa, para abrigarse.
Al salir, la seiyuu colombiana era acompañada por un chico scout, quien la guiaba por los números de los pabellones y de los stands, al encontrar el lugar que buscaban, ambos preguntaron por Julieta ante los jóvenes expositores del stand de la plataforma; ellos indicaron a una mujer vestida del cosplay de un personaje femenino de anime, con aspecto de un uniforme de colegiala japonesa en forma de marinero rojo.
El joven los llevó a donde la hermosa disfrazada y los presentó.
—¿Me recuerdas, Julieta? — Al preguntar, Susana quitó la capota de la chaqueta, para mostrar.
—¿Susana? —Preguntó sorprendida Julieta.
—¡Sí, soy yo! — Tras hablar en viva voz Susana, en un segundo, ambas se abrazaron.
—No he podido ir a tu charla… —Julieta se disculpó.
—No te preocupes, he venido porque quiero que me acompañes, ahora— dijo decidida y emocionada Susana.
—Pero, debo atender a todos los otakus y frikis que vienen hasta acá— manifestó confundida Julieta.
—Lo que te voy a mostrar es más importante que todo esto.
—No te entiendo Susana…
—¿Te acuerdas de nuestra promesa de hace quince años?
La pregunta de Susana detuvo la angustia de su amiga, quien trató de recordar ese momento y recordó en Andrés, a quien dejó de escribir hace algunos años
—¿Dónde está Andrés? — Preguntó ilusionada Julieta.
—Si lo quieres saber, acompáñame… — manifestó alegre Susana.
Entre confusión e ilusión, Julieta no sabía qué hacer, pero alguien, quien escuchó la conversación, acercó a donde la cosplayer de colegiada japonesa.
—Es mejor que acompañes a la seiyuu… Nosotros atendemos de los otakus que visiten al stand— sugirió el compañero japonés, quien entendía el español.
Entusiasmada, Susana agradeció al expositor japonés, llevó de su mano a Julieta y junto con el chico scout, salieron del pabellón, a pasos ligeros.
Tras llegar a la plazoleta central del recinto ferial, Susana detuvo a sus dos acompañantes.
—Debo realizar una llamada.
Dicho ello, Susana buscó en los bolsillos del pantalón dril negro y encontró la tarjeta de presentación que regaló Andrés.
—Toma Julieta.
Frente las luces tenues de la plazoleta central, Julieta alzó la tarjeta y vio los datos del medio alternativo que estaba administrando Andrés. Tras leer, la hermosa chica de cabello liso y tez blanca, disfrazada de colegiala japonesa, se sorprendió cada vez más ante lo que hizo su entrañable compañero del Liceo, causando un vacío en su estómago.
—Susana, ¿dónde está Andrés?
—El viene hasta acá.
—Pensé que estaba dedicado en otras labores o estudios…
—Está en lo que siempre nos compartía… El nunca se olvidó de nosotras, y nosotras lo habíamos dejado solo.
—Yo nunca lo abandoné, después de estudiar administración de empresas, siempre veía lo que me compartía, pero nunca le respondí— manifestó nostálgica Julieta, agregando —estoy segura que aún me quiere, no como amigos, sino por algo más… Cada vez que los leía, sentía algo que nunca viví con mi familia.
—Te comprendo… — pero, en vez de continuar con la conversación, Susana divisó a un conocido, quien portaba un sobrero aguadeño, gafas de lentes opacos y vestido de sudadera, llevando de frente de su pecho, como canguro, la maleta oscura— creo que ya llegó.
Ambas chicas miraron al joven, quien, agitado de una larga caminata, sintió ese mismo vacío que sentía Julieta.
Al acercar, el joven mostró su sonrisa. Enmarcado con suaves y resplandecientes lágrimas, la cosplayer no ocultó su alegría en verlo, acto seguido, ambos se acercaron a pasos ágiles, de frente, eludiendo de los diferentes transeúntes que interpongan, de una vez, se acercaron para un fuerte abrazo.
—Perdóname Andrés… No quería olvidarte, quería verte de nuevo… —dijo Julieta con timidez.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? Nunca me cansé de compartir mis cosas contigo, porque estoy enamorado de ti… — Manifestó tímido Andrés.
—¿Me amas? — Preguntó Julieta.
—Cada día, siempre he pensado en ti, por este amor que tengo, nunca he perdido mi esperanza en amarte….
Tras manifestar Andrés su sentimiento por Julieta, ella agarró la nuca de él con sus brazos, e impulsada por su agitado corazón, latiendo a mil por segundo, acercó sus suaves labios pequeños con las de su amado, para dar un delicado beso, acabando con esa angustia espera de hace más de quince años.
Ambos cerraron sus ojos, olvidando el tiempo, el espacio, el clima, el motivo, la época; sólo consumían parados ese largo y dulce beso, entre otakus de pieles suaves y ardientes.
Susana sonrió al contemplar la escena, al igual que su chico scout acompañante.
—Te agradezco que me acompañas— dijo sonriente Susana, quien caminó hacia sus amigos.
Después del beso, ambos abrieron sus ojos, esperaron a Susana y los tres se dieron un amigable abrazo, para caminar juntos hacia el pabellón, donde estaba el stand de la plataforma, compartiendo lo último que faltaba: la felicidad de ser amigos.
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