Primera vuelta: los que decidieron y los que dejaron decidir (desde Razón Pública)


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Primera vuelta: los que decidieron y los que dejaron decidir

El análisis del resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales debe partir de un dato perturbador: apenas 40 por ciento de los electores inscritos se desplazaron a las urnas, contra casi 50 por ciento en la primera vuelta de 2010.

Parece claro que estas elecciones no lograron motivar a los ciudadanos. Las campañas sucias, la escasez y pobreza de los debates, y la impopularidad o poca credibilidad de varios candidatos tuvieron impactos negativos sobre el electorado.

Y la polarización alrededor del proceso de La Habana, que fue impulsada por las campañas de los dos candidatos ganadores, no tuvo sin embargo todo el eco que esperaban.

Pero hay más. Entre los que sí participaron, el voto blanco se duplicó con respecto a 2010 y, si bien fue algo menor que en las legislativas de marzo, no deja de ser un hecho inédito en  elecciones presidenciales recientes. Hasta los votos nulos y no marcados aumentaron de manera notable, para un tipo de elección donde el uso del tarjetón no resultó particularmente difícil, al contrario de lo que ocurrió en el caso de las legislativas.

Los electores que marcaron papeletas a favor de un candidato representaron apenas algo  más de un tercio de los votantes inscritos, contra casi la mitad en la primera vuelta de 2010.

El 25 de mayo solo este tercio de los electores eligieron. Los demás, por distintas razones, dejaron la decisión en manos de los primeros.

En estas condiciones el candidato más votado, Óscar Iván Zuluaga, logró el apoyo de apenas 11,4 por ciento de los electores que tenían derecho a votar, mientras Juan Manuel Santos, pese a todas las ventajas que supone hacer campaña desde la Presidencia, tuvo el respaldo de 10 por ciento de los inscritos.

¿Cuáles son las motivaciones de estos electores que decidieron no decidir entre los candidatos?

Aquí hay que distinguir entre la apatía habitual o “estructural” de buena parte del electorado y la expresión de inconformidad frente a la oferta de estas elecciones en particular.

En las tres elecciones presidenciales pasadas (2002, 2006, 2010) la abstención osciló entre el 50 y el 55 por ciento. Podemos estimar entonces que algo menos de la mitad de los electores (dado que no son necesariamente los mismos que se abstuvieron en todas las oportunidades) son abstencionistas “duros” o que nunca participan en las elecciones presidenciales, sea por indiferencia o por un rechazo general a la política. A este grupo lo llamaremos el de los “apáticos”.

Para leer completo este artículo, pueden ir al enlace de Razón Pública: http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/7660-primera-vuelta-los-que-decidieron-y-los-que-dejaron-decidir.html

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